Esta noche juega el Trinche
- Fuball
- 16 oct 2019
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Rosario, provincia de Santa Fe, 19 de abril de 1946. Esta es la fecha y el lugar en el que iba a nacer una leyenda. Mucha mística recorre los campos argentinos, jugadores que hicieron auténticas locuras con el balón, jugadores que lo darían todo por estar en la más alta competición, soñadores. Pero este caso en particular es algo sin precedentes, casi un jugador fantasma, una sombra que brilló por encima del resto, una figura casi mitológica.
Tomás Felipe Carlovich, alias el “Trinche”, procedía de una familia yugoslava, que poco tenía que ver con el fútbol. El pequeño Carlovich era el menor de siete hermanos, criado en el barrio de Belgrano donde se respiraba fútbol en cada esquina. Empezó su andadura en las inferiores de Rosario Central, donde pasó desapercibido ya que no tenía la confianza del entrenador, aunque debutó en primera el 3 de agosto de 1969, completando 45 minutos. Pero fue en Central Córdoba donde llegaría su momento más álgido. En 1973 conseguiría el título y el ascenso a Primera B. En el día de su debut se consagró con dos goles.
En los bares de Córdoba se escuchan voces que relatan como el Trinche cada tarde recitaba sus mejores poesías con la pelota, haciendo que aficionados de todas las esquinas de Buenos Aires se acercasen a verlo jugar. Se dice incluso que el loco Bielsa era uno de aquellos aficionados embelesados por la magia del Trinche. Pero lo que más se destacaba, en su amplio abanico de movimientos, era el caño de ida y vuelta. El Trinche le hacía un caño al rival y luego lo esperaba para hacerle otro caño, un recurso totalmente superfluo, pero que hacía ver la facilidad con la que Tomás Felipe Carlovich jugaba con los rivales, haciéndolos partícipes de aquella obra de teatro que escribía cada tarde en los estadios argentinos.
En 1974 se destaca un partido que agrandaría más todavía la figura del Trinche Carlovich. La selección de Argentina se estaba preparando para el mundial de Alemania 74, contaba con grandes estrellas del fútbol argentino como Wolf (militó en el Real Madrid), Mario Alberto Kempes (ídolo en Mestalla) o Brindisi (por aquel entonces en C.A. Huracán), y se midió en un amistoso frente a un combinado rosarino. El conjunto rosarino estaba formado por jugadores de Newell’s y de Rosario central, pero también entraría en esa selección un jugador de Central Córdoba, Tomás Felipe Carlovich. Solo algunas crónicas relataron aquel partido, sin mucha transcendencia, ni siquiera una filmación. Pero los allí presentes cuentan que había un jugador desgarbado, taciturno, pero que cuando recibía la pelota era un deleite para los ojos. Testigos de máximo prestigio como Valdano o el mismísimo Menotti hablan maravillas del por entonces jugador de Central Córdoba. Aquel partido fue una fantasía y un despliegue de gambetas y pases que dejó a los allí presentes embaucados por la fragancia del Trinche. El caño de ida y vuelta deslumbró a los aficionados y dejó mal parada a la selección argentina. Se cuenta incluso que alguien del cuerpo técnico argentino pidió por favor que retirasen al Trinche del campo de juego. El Trinche no volvió en lo que quedaba de partido. El combinado rosarino aplastó a la selección por un contundente 3-1. Según palabras del propio J.Valdano “se convirtió en un símbolo de un fútbol romántico que ya prácticamente no existe”.
En 1976, César Menotti lo convocó para una preselección con el conjunto argentino, y ustedes se preguntarán: si tan bueno era el Trinche ¿por qué no triunfo en la selección argentina? Bien, esa pregunta tiene una respuesta muy sencilla: el Trinche nunca se presentó a aquel entrenamiento. Durante la grabación del documental del Trinche en Informe Robinson, el director técnico argentino relata que Carlovich nunca se presentó a la práctica, diciendo que no pudo asistir porque “el río estaba alto”.
Otra fecha reseñable es el 7 de julio de 1979. Por aquel entonces el Trinche militaba en Independiente de Mendoza y fue invitado a reforzar al equipo de Talleres de Godoy Cruz. Se iba a medir al Milán de Italia, que se encontraba en ese momento haciendo una gira sudamericana. Carlovich no fue titular pero ingresó en el segundo tiempo. Según cuentan los presentes Baresi bailó al compás del Trinche, que no se cansó de dar pases exquisitos y de realizar todo tipo de gambetas, incluso asistiendo para el segundo gol del conjunto mendocino. El partido concluyó con un 3-2 para los argentinos.
Mucha mística recorre la figura del Trinche. Unos dicen que le gustaba mucho la noche y las mujeres, que era asiduo a la bebida y que faltaba a los entrenamientos. Carlos Aimar, excompañero del Trinche, aseguraba que “tal vez le faltó el profesionalismo que se necesitaba para el fútbol más competitivo”. Incluso Mario Killer, otro excompañero, afirmaba que “siempre lo teníamos que estar esperando. Y a veces, si no lo ibas a buscar, no venía a entrenar”. Otra leyenda del Trinche cuenta que mantuvo la pelota en su poder diez minutos, haciendo todo tipo de virguerías y toques, la cual acabo de una manera brusca cuando al rival, con el dorsal 3 a la espalda, se le acabó la paciencia realizando una dura entrada sobre el Trinche.
Mito, realidad, leyenda, lo dejo a la elección del lector, pero no cabe duda de que este jugador tenía algo especial que no hemos tenido la suerte de disfrutar, ese fútbol de barrio, el jugar por diversión, el estar continuamente inventando, la creatividad, el descaro, marcar la diferencia.
Para terminar este artículo, que para mí ha sido un placer redactar, les dejo con unas palabras del propio Tomás Felipe Carlovich, que arroja mucha luz sobre cómo lo vivía él y cuál era su manera de disfrutar del fútbol:
“¿Qué es llegar? La verdad que yo no tuve otra ambición más que la de jugar al fútbol. Y, sobre todo, de no alejarme mucho de mi barrio, de la casa de mis viejos, de estar con el Vasco Artola, uno de mis mejores amigos que me llevó de chico a jugar en Sporting de Bigand. Por otra parte, soy una persona solitaria. Cuando jugaba en Central Córdoba, si podía, prefería cambiarme solo, en la utilería, en lugar del vestuario. Me gusta estar tranquilo, no es por mala voluntad”.
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